segunda-feira, 15 de junho de 2009

Atreva-se a chegar!

Aquele 31 de Dezembro parecia uma feira dominical dessas cidades pequenas de interior porem, o cenário se desenhava nas ruas principais de uma das maiores metrópoles do mundo.
Gente, muita gente. Um grupo interminável de atletas partindo como se fosse o exodo judio.

Milhares, vestidos de todas as cores, vermelho, azul, amarelo, violeta, enfim. No coração, um denominador comum: o desejo de alcançar o objetico em primeiro lugar. Dava-se início a maratona de São Silvestre, no Brasil.

Entre os milhares de atletas profissionais e e amantes do esporte, havia um homem de sessenta e cinco anos. Cabelos embranquecido pelo tempo, rugas prominentes, e olhar de leão faminto. Parecia uma velha fera, observando as gazelas que jamais alcançaria.

Ricardo Fonseca, entrará para a história, não como o campeão de resistência na corrida de 15 kilometros pelas ruas do centro de São Paulo, mas como o campeão da insistência e perseverança.
Ele foi o ultimo a completar a prova, quatro horas atrás do campeão. Mas completou. Arrastando os pés, extenuado, sem se preocupar com o seu tempo o a posiçao em que fosse chegar. Sua unica preocupação, disse ele após a corrida, era chegar, terminar a corrida. “Nunca deixei nada pela metade”, disse sorrindo, “aprendi desde pequeno que não existe pior derrota do que a corrida que não se acaba”.

Séculos atrás, Paulo tambem tambem disse, que o unico que lhe interessava, mesmo arriscando sua vida, era “terminar a corrida”. Disse isso em Mileto, ao despedir-se, antes de partir a Jerusalém. Tinha enfrentado muitas dificultades y oposiçãao até aquele momento e agora dizia “Vou a Jerusalém sem saber o que vai acontecer comigo por la.” A vida de Paulo nao estava livre dos desafíos e lutas, mesmo assim ele jamais fugiu do combate. Nunca abandonou a carreira.

Há muita gente fracassada porque começa um trabalho mas nao o termina. Se desanima. Calcula que nao chegará primeiro e abandona a carreira. O seu caminho esta encarpetado de desculpas maravilhosas. De tanto inventá-las, acaba acreditando que são verda. Campeões da explicação. Nunca chegam. Nem em último lugar. Simplesmenta nao chegam.

Faz de tua vida, com a ajuda de Jesus, uma vida de chegada. Termine o que você começou. Nao abandone a corrida. Vai até o fim! Diga como Paulo: “mas em nada tenho a minha vida como preciosa para mim, contando que complete a minha carreira e o ministério que recebi do Senhor Jesus, para dar testemunho do evangelho da graça de Deus.”

Deus tem um sonho para ti! Permita que Ele faça do sonho uma realidade!

¡Atrévete a llegar!

Aquel 31 de diciembre parecía una feria dominical de los pueblos de interior y sin embargo, el escenario se dibujaba en las calles céntricas de una de las más grandes metrópolis del mundo.
Gente, mucha gente. Un grupo interminable de atletas, partiendo como si fuese el éxodo judío.

Miles, vestidos de todos los colores, rojo, azul, amarillo, violeta, en fin. En el corazón, un denominador común: el deseo de llegar a la meta en primer lugar. Se daba inicio a la maratón de San silvestre, en el Brasil.

Entre los miles de atletas profesionales y aficionados, que partían, había un hombre de sesenta y cinco años. Cabellos emblanquecidos por el tiempo, arrugas prominentes y mirada de león hambriento. Parecía una fiera vieja, observando a las gacelas que jamás alcanzaría.
Ricardo Fonseca, pasará a la historia, no como el campeón de resistencia en la carrera de 15 kilómetros por las calles del centro de San Pablo, sino como el campeón de insistencia y perseverancia.

Llegó en último lugar, cuatro horas atrás del campeón. Pero llegó. Arrastrando los pies, extenuado, sin importarse con el tiempo ni con la posición de su llegada. Su única preocupación dijo al final, era llegar, completar la carrera. “Nunca dejé nada a medio hacer, dijo sonriendo, aprendí desde que era niño que no existe peor derrota que la carrera que no se acaba.”

Siglos atrás, Pablo había dicho también, que lo único que le interesaba, aún arriesgando su vida era “terminar la carrera.” Lo dijo en Mileto, al despedirse, antes de partir a Jerusalén. Había enfrentado muchas dificultades y oposición hasta aquel momento y ahora decía “Voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer.” La vida de Pablo no estaba libre de desafíos y luchas, sin embargo jamás huyó del combate. Nunca abandonó la carrera.

Hay mucha gente fracasada porque empieza un trabajo y no lo termina. Se desanima. Calcula que no llegará primero y abandona la carrera. Su sendero está encarpetado de disculpas maravillosas. De tanto inventarlas, pasa a creer que son verdaderas. Campeones de la explicación. Jamás llegan. Ni en último lugar. Simplemente no llegan.

Haz de tu vida, con la ayuda de Jesús, una vida de llegada. Termina lo que empezaste. No abandones la carrera. Ve hasta el fin. Di como Pablo: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” ¡Dios tiene un sueño para ti! ¡Permítele que lo cumpla!