sexta-feira, 8 de maio de 2009

¡NADA ESTÁ PERDIDO!

-Lo arruiné todo - decía el hombre desesperado, mientras escondía la cabeza entre las manos. Destruí mi vida y la vida de los que me amaban, ¡merezco morir!

Lo que él no sabía es que nada está destruido cuando existe Dios. Él es especialista en reconstruir lo que parece acabado. ¿Te acuerdas de la mujer que sufría de hemorragia? Doce largos años. La vida se le iba poco a poco, moría lentamente, día tras día, año tras año, hasta encontrarse con Jesús.

Jesús la curó. En medio de aquella multitud, había centenas de personas enfermas. ¿Por qué Jesús destaca la historia de esta mujer? Lo que Él desea enfatizar es el hecho de que, nada está perdido para quien confía en Jesús.

Un día, encontró a un paralítico. El pobre hombre arrastraba su cuerpo hacía 38 años. Supongo que él había consultado a los mejores especialistas de su época y nadie había sido capaz de curarlo. En aquella ocasión, el Maestro de Galilea podría haber escogido a un enfermo que acababa de contraer la enfermedad, pero escogió al que, desde el punto de vista humano estaba condenado para siempre. ¿Por qué? Para enseñarnos que nada es imposible delante del poder divino.

Otro día, llegó a la tumba de Lázaro. Hacía cuatro días que el hombre estaba muerto. Sus carnes ya olían mal. Desde el punto de vista humano, todo estaba perdido. A veces me pregunto, ¿Por qué no llegó a Betania cuando Lázaro acababa de morir y el cuerpo todavía no se había enfriado? Justamente porque deseaba que la raza humana entendiese que nada está perdido para el que confía en Él.

Por lo tanto, no importa la situación en que te encuentres. Puedes haber caído al fondo del abismo. Puedes haber destruido las cosas más preciosas que Dios te confió. ¿Es motivo de tristeza? Claro que sí. Hay gente que está sufriendo a tu lado. Pero nada está perdido cuando Jesús está presente. Él puede reconstruir tus sueños, tu hogar, tus valores, en fin. No importa cuánto tiempo las cosas están en ese estado lamentable. Dios es Dios, Todopoderoso y Eterno.

Todo lo que necesitas hacer es reconocer que no puedes, aceptar que Dios sí puede y correr a sus brazos buscando ayuda. ¡Que Dios te bendiga!

Nenhum comentário:

Postar um comentário