-No fui yo, no pude haber sido yo-se lamenta Hilda. Y llora. Se desespera delante de la realidad.
La joven tiene solo 15 anos. Una flor que desabrocha a la vida, regada por sus propias lágrimas. Lágrimas de dolor. Gotas de arrepentimiento.
Mueve la cabeza de un lado a otro e insiste:
-No fui yo.
Como si negar la realidad pudiese hacerla volver atrás, andar otro camino, escoger otra vereda.
-¿Cómo fui capaz de destruir el sueño de mis padres y el mío? No, no pude haber sido yo.
Pero era. Había sido ella misma la que jugando al “amor”, se descubriera esperando un niño. Ella, que no pasaba de una simple niña.
Nadie entiende las razones del alma. El corazón es misterioso e incomprensible. Te confunde, te engaña, te miente. Te hace creer que vas al paraíso y te conduce a la muerte.
Los años pasan. Creces. Te vuelves adulto. Y el corazón te sigue traicionando. No logras comprenderlo. Lloras repetidas veces la leche derramada. El agua que se fue, que se perdió, llevando tus sueños tierra adentro, a mojar la semilla del dolor, haciéndola brotar en forma de experiencia.
Te preguntas: “¿Por qué?” Gritas: “¡No fui yo!” Pero eres tú y lo sabes.
El sabio Salomón dijo muchos siglos atrás: “De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo pues, entenderá el hombre su camino?” Al Señor le pertenecen tus pasos. Solo él sabe las verdaderas necesidades de tu loco corazón. Tú no. Tú piensas que lo sabes. Imaginas que entiendes todo. Crees saber a dónde vas, pero el tiempo se encarga de mostrarte cómo estás equivocado.
Solo en Jesús tus desencuentros se encuentran. Sólo en Él tus desvaríos se apaciguan. Únicamente en Dios dejas de correr y correr buscando lo que no sabes. En Él, finalmente tu no ser, se transforma en ser.
Por eso hoy, vuelve los ojos a Dios, como la flor hacia el sol, buscando vida. Abre tu corazón al espíritu, como la tierra seca al rocío de la mañana.
No vivas solo. Andar solo es andar a ciegas. Vivir solo es morir en vida. El arcoíris pierde su color.
Resta solo la gota fina de la lluvia. Sin sabor, ni color. Acuarela muerta. Flor marchita.
¡Levántate! La vida no ha terminado. Voltea la página rasgada. Tómate de la mano de Jesús y contempla los horizontes sin fin a donde Él quiere conducirte. Tus caminos le pertenecen. Tu corazón es suyo. ¡No te atrevas a vivir sin Él!
sexta-feira, 21 de agosto de 2009
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